Jhon Alexander Solano Mosquera acaba de graduarse de Ingeniería Mecánica en la Universidad de los Andes, un logro que, en su juventud, parecía tan lejano como inalcanzable. Pero, como él mismo lo dice, siempre hubo “una chispa de esperanza”, que lo llevó a superar las dificultades y alcanzar su sueño. Su historia es un testimonio de esfuerzo y del poder transformador de la educación.
Los comienzos en Aguachica
Nacido el 12 de diciembre de 2002, en Aguachica, Jhon creció en una familia marcada por la lucha y la convicción de que la educación era la puerta hacia un mejor futuro. Su padre, Gustavo Solano, y su madre, Martha Mosquera, no pudieron terminar sus estudios universitarios, pero siempre priorizaron la formación académica de sus hijos: "Mis padres siempre fueron luchadores, hacían sacrificios para que pudiéramos estudiar, incluso cuando eso significaba dejar de lado otras cosas”.
Desde joven, Jhon entendió el valor del trabajo duro. En el colegio, ya destacaba en ciencias exactas y técnicas, y participó en cursos del SENA donde aprendió sobre motores y planos de construcción. Sin embargo, la incertidumbre sobre su futuro era constante: "Sabía que las posibilidades económicas de estudiar en una gran ciudad eran casi nulas".
“Pasaron los meses y, mientras esperaba los resultados del Icfes, la vida me llevó cerca del centro de Bogotá. Un familiar me señaló un edificio negro imponente y dijo: ‘Esa es la mejor universidad del país, la Universidad de los Andes’. En ese momento, lo vi tan lejano como mis propias posibilidades de estudiar allí”, recuerda.
Pero el destino tenía otros planes. Al revisar el puntaje del examen Saber 11, junto a su hermana menor, Andrea, descubrieron que había superado el corte para acceder al programa Generación E, una beca completa que cambiaría su vida para siempre: "Fue un momento indescriptible, la alegría en mi familia fue inmensa. Sabía que podía estudiar donde quisiera".
El salto a Uniandes
La decisión de estudiar en la Universidad de los Andes no fue sencilla: "Sabía que Uniandes era la mejor universidad del país, pero también sabía que Bogotá era un reto en sí mismo", dice Jhon. Las dudas lo asaltaban, pero entonces descubrió el lema que guiaría sus próximos años: Más allá del deber: “Esa frase lo cambió todo. Me di cuenta de que no solo estaba eligiendo una universidad, sino un camino de vida".
Llegar a Bogotá y adaptarse a la vida universitaria fue un desafío. Los primeros semestres no fueron fáciles, pero Jhon encontró en sus compañeros y en los recursos de la universidad un apoyo fundamental: "Recurrí mucho al Pentágono y a CupiTaller. No lo hice solo; siempre conté con la ayuda de mis amigos y de la universidad".
El inicio de la pandemia lo obligó a regresar a Aguachica, donde continuó sus estudios de manera virtual. A pesar de las dificultades, Jhon no se rindió y volvió a Bogotá con más fuerza. Su quinto semestre fue un punto de inflexión: se convirtió en monitor de Introducción a la Programación, un curso que al principio le había costado: “Nunca había visto un código de Python antes, pero con esfuerzo me volví muy bueno". Ayudar a otros estudiantes lo llenaba de satisfacción: "Leí los comentarios de retroalimentación y descubrí mensajes de agradecimiento. Fue increíble ver cómo podía ayudar a otros a superar sus propios retos".
Devolver a la comunidad
El deseo de Jhon de contribuir a su comunidad lo llevó a involucrarse en iniciativas dentro y fuera de la universidad. Como parte del equipo de Experiencia al Aspirante, comenzó a visitar colegios y ferias para inspirar a otros jóvenes a seguir sus pasos y romper las barreras económicas que a menudo parecen insuperables.
"Sabía que tenía que apoyar a esos chicos que también tenían la posibilidad de estudiar en Uniandes. Quería compartir mi experiencia para que otros vieran que, con esfuerzo, la universidad te ayuda a cumplir tus sueños", cuenta Jhon.
Hoy, Jhon no solo es un ingeniero mecánico recién graduado, sino un emprendedor con un fuerte compromiso social.
El futuro y el legado Uniandino
El camino de Jhon no termina aquí. Aunque ha alcanzado un hito importante con su grado, sus metas son mucho más ambiciosas: "Uniandes me preparó no solo como ingeniero, sino como alguien que entiende la importancia de ir más allá del deber". Su objetivo ahora es seguir contribuyendo al desarrollo de su región y del país, llevando consigo los valores que adquirió en su paso por la universidad.
Para Jhon, el futuro ya no es un desafío incierto, sino una oportunidad concreta para aplicar todo lo que ha aprendido. Con cada herramienta que le ha dado su formación en Uniandes, está listo para llevar sus ideas a su región y devolverle a su comunidad el apoyo que lo trajo hasta aquí. Ahora, su meta es clara: usar su educación para marcar una diferencia real y abrirles camino a otros jóvenes con sueños tan grandes como los suyos.