¿Por qué estudiar Derecho?
Imagina por un momento que todo lo que nos rodea —desde el edificio en el que vives hasta la música que escuchas— tiene, de alguna forma, un punto de contacto con el Derecho. Cuando una empresa abre sus puertas, alguien revisó los contratos y registros. Cuando pagas impuestos, hay leyes que determinan cómo y cuándo hacerlo. Cuando compras un apartamento, cuando firmas un acuerdo de trabajo, cuando un país debate sobre su Constitución, o incluso cuando se produce una película y se protegen sus derechos de autor… detrás de todo eso hay abogados.
El Derecho es, entonces, una forma de entender el mundo, de interpretar cómo interactuamos como sociedad y cómo resolvemos los conflictos que inevitablemente surgen. Estudiar Derecho significa adquirir las herramientas para participar en esas conversaciones que cambian realidades. Significa desarrollar la capacidad de leer lo que está pasando y, sobre todo, de actuar para transformarlo.
En un mundo que se mueve rápido, el Derecho se ha vuelto más transversal que nunca. Hoy un abogado puede estar diseñando políticas para enfrentar el cambio climático, creando marcos legales para la inteligencia artificial, protegiendo derechos humanos en conflictos internacionales o negociando contratos multimillonarios en empresas tecnológicas.
Pero más allá de las oportunidades profesionales, el Derecho te da habilidades que se quedan contigo toda la vida: pensamiento crítico, comunicación persuasiva, investigación rigurosa, visión estratégica. Y si lo eliges como herramienta de cambio social, podrás vivir la satisfacción de mejorar la vida de personas y comunidades.
Estudiar Derecho, sobre todo en un programa innovador y de clase mundial, es abrir una puerta a múltiples caminos, todos con un punto en común: tu capacidad de incidir en el futuro.